Desde hace siglos, Ciudad del Cabo ha sido para los occidentales, una puerta de ingreso al corazón de África, siempre inquietante y plagada de misterio, con un pie en el mar y el otro en la montaña. Su vibrante belleza natural cuenta con ese espíritu indómito y aventurero que caracteriza a todas las ciudades portuarias. El puerto trae el comercio, el mestizaje y la voluntad de convivencia que definen a este cosmopolita lugar.